BLOG DE FILOSOFÍA DE LA PROFESORA ROCÍO MARTÍN-CRESPO

martes, 1 de febrero de 2011

Ejemplos de cómo hacer la primera pregunta.

Texto: “Mira, Sócrates, ya había yo oído antes de conocerte que tú no haces otra cosa que confundirte tú y confundir a los demás; y ahora, según a mí me parece, me estás hechizando y embrujando y encantando por completo, con lo que estoy ya lleno de confusión. Y del todo me parece, si se puede también bromear un poco, que eres parecidísimo, tanto en la figura como en lo demás, al torpedo, ese ancho pez marino. Y en efecto, este pez, a quienquiera que se le acerca y le toca, lo hace entorpecerse, y una cosa así me parece que ahora me has hecho tú; porque verdaderamente yo, tanto de alma como de cuerpo, estoy entorpecido, y no sé qué contestarte. Y, sin embargo, mil veces sobre la virtud he pronunciado muchos discursos y delante de mucha gente, y muy bien, según a mí me parecía; pero ahora ni siquiera qué es puedo en absoluto decir. Y me parece que haces bien en no querer embarcarte ni viajar fuera de aquí; porque si siendo extranjero en otro país hicieras tales cosas, quizá te detuvieran por mago”. Platón

En este diálogo Sócrates dialoga con Menón acerca de si la virtud es enseñable o no. Comienza este texto con un Menón que se siente acosado por las preguntas de Sócrates y molesto le acusa y compara con el pez torpedo que entorpece a quien le toca. Esta primera propuesta hace referencia al método socrático. Para aprender hay que dudar. Menón, tocado por Sócrates se siente embrujado y confuso. (líneas 1-6), y entorpecido (línea 9) . Menón tenía las ideas claras, había pronunciado buenos discursos sobre la virtud (líneas 10-11) y ahora ya no sabe nada. Partiendo de las ideas claras no se aprende nada nuevo. Es señal de que no era un saber verdadero Enfadado le acusa de mago y de cobarde que no sale de su ciudad por miedo a ser detenido. (últimas líneas). Aparecen las dos fases principales del método socrático: la ironía, que hace darse cuenta al que creía que sabía de que no sabía nada, y la mayéutica, por la que Menón se va dando cuenta por sí mismo de su ignorancia.

Texto: Y ocurre así que, siendo el alma inmortal, y habiendo nacido muchas veces y habiendo visto tanto lo de aquí como lo del Hades y todas las cosas, no hay nada que no tenga aprendido; con lo que no es de extrañar que también sobre la virtud y sobre las demás cosas sea capaz ella de recordar lo que desde luego ya antes sabía. Pues siendo, en efecto, la naturaleza entera homogénea, y habiéndolo aprendido todo el alma, nada impide que quien recuerda una sola cosa (y a esto llaman aprendizaje los hombres) descubra él mismo todas las demás, si es hombre valeroso y no se cansa de investigar. Porque el investigar y el aprender, por consiguiente, no son en absoluto otra cosa que reminiscencia. De ningún modo, por tanto, hay que aceptar el argumento polémico ese; porque mientras ése nos haría pasivos y es para los hombres blandos para quien es agradable de escuchar, este otro en cambio nos hace activos y amantes de la investigación; y es porque confío en que es verdadero por lo que deseo investigar contigo qué es la virtud.

El presente texto nos muestra la teoría de la reminiscencia, es decir, el conocimiento como recuerdo. Comienza afirmando que el alma es inmortal, y que ya sabía todo antes de venir a este mundo. (l.-4). En las líneas siguientes dice que recordar llaman aprendizaje los hombres. Investigar y aprender es, pues, recordar, reminiscencia. Otra propuesta consiste en rechazar el argumento polémico, que escuchar lo que dicen otros, hace a los hombres blandos y pasivos, mientras que el camino de la mayéutica, del descubrimientol, os hace “activos y amantes de la investigación” . El esfuerzo como algo interno, y no impuesto desde fuera. “Cuando confío que es verdadero, deseo investigar”.

Texto “Pertenece a la ley natural todo aquello a lo cual el hombre se encuentra naturalmente inclinado, dentro de lo cual lo específico del hombre es que se siente inclinado a obrar conforme a la razón. Ahora bien, según consta en 1 Physic, es propio de la razón el proceder de lo común a lo particular. Aún que aunque diferente manera, según se trate de la razón especulativa o de la razón práctica. Porque la primera versa principalmente sobre cosas necesarias, que no pueden comportarse más que como lo hacen, y por eso tanto sus conclusiones particulares como sus principios comunes expresan verdad es que no admiten excepción. La razón práctica, en cambio, se ocupará de cosas contingentes, cuáles son las operaciones humanas, y por eso, aunque en sus principios comunes todavía se encuentra cierta necesidad, cuanto más se desciende a lo particular tanto más excepciones ocurren.” Sto. Tomás de Aquino

El texto nos habla de la ley natural, “aquello a lo cual el hombre se encuentra naturalmente inclinado”, pero dentro de esta ley natural el hombre tiene algo propio y específico que le diferencia de los demás seres, es la razón, por lo que el hombre se siente inclinado por naturaleza a “obrar conforme a la razón”. Esta razón tiene una función especulativa y otra función práctica. La razón especulativa trata acerca de las cosas necesarias, de las que no pueden comportarse de otra manera. Estas cosas necesarias “no admiten excepción” ni en sus principios generales, ni en sus conclusiones particulares. Sin embargo la razón en su función práctica trata de cosas contingentes, de las que pueden cambiar, por lo que pueden contener excepciones, sobre todo en las aplicaciones particulares de la misma.

Como vemos le ley natural, que se encuentra inscrita dentro de cada uno, es el criterio de moralidad, quien nos dice cuando obramos bien o mal. Somos criaturas de Dios, con propiedades específicas que regulan sus acciones. En el ser humano la razón es la reguladora de estas acciones. Y el ser humano tiende por naturaleza a “obrar conforme a razón, que en las cosas necesarias y en los primeros principios “no admiten excepción

Texto de la buena voluntad o de los imperativos.

Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él, a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción, y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices. Kant: “Sapere aude”

La propuesta más importante del texto, que pertenece al capítulo primero de la obra “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”, la encontramos en las primeras líneas del texto cuando afirma “”ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, (es decir, universalmente) es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad”. Propone, pues, Kant la buena voluntad como único criterio universal válido para considerar algo como bueno.

Existen otros talentos, otras cualidades del espíritu, como pueden ser el entendimiento, el gracejo, el juicio, el valor, la decisión, etc. etc., que pueden ser buenas y deseables (líneas 3-5), pero también pueden ser dañinas, si la voluntad con la que utilizamos esos dones no es buena (líneas 5-7). Analiza después los dones de la fortuna: el dinero, el poder, la honra, incluso la salud y la felicidad, pueden dar arrogancia o no seguir un fin universal, si no se utilizan con buena voluntad. (Líneas 7-11). Todas estas virtudes no tienen valor absoluto, sino que dependen de la voluntad con la que se actúe. Si la voluntad es buena, ellas serán buenas.

Termina poniendo el ejemplo de un espectador razonable e imparcial, que no puede quedar satisfecho, ni feliz, si los bienes de que disponemos no ostentan el rasgo de una voluntad pura y buena.(Líneas 12-15) Luego la buena voluntad es condición sine qua non, indispensable para ser dignos y felices. (final del texto).

Texto: 34“El intelecto, como un medio para la conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas primordiales en la ficción, pues ésta es el medio por el cual se conservan los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a los que les ha sido negado, servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos o de la afilada dentadura de los animales carniceros. Este arte de la ficción alcanza su máxima expresión en el hombre: aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la hipocresía, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, el teatro ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante ante la llama de la vanidad es hasta tal punto la regla y la ley, que apenas hay nada más inconcebible que el hecho de que haya podido surgir entre los hombres un impulso sincero y puro hacia la verdad”. Nietzsche.

La primera y principal propuesta de este texto de la obra de Nietzsche “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, está expresada al principio del mismo. “El intelecto, como medio para la conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas primordiales en la ficción”. El hombre ha nacido el más débil de los seres, por lo que naturaleza le ha provisto del intelecto, que le ayuda a sobrevivir. Recuerdo el mito de Prometeo sobre el origen del hombre. Por eso dice a continuación “este arte de la ficción alcanza su máxima expresión en el hombre. Nietzsche afirma después que los seres débiles, y el hombre es el más débil de todos, tienen que valerse del engaño, la mentira, etc. etc., todo lo que Nietzsche enumera, para ser. Este es el medio que tienen para defenderse, por lo que no tienen capacidad para buscar la verdad. (última línea)

“Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese enigmático impulso hacia la verdad. Porque en este momento se fija lo que desde entonces debe ser verdad, es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de la verdad, pues aquí se origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira. El mentiroso utiliza las legislaciones válidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real; dice, por ejemplo, yo soy rico cuando la designación correcta para su estado sería justamente pobre. Abusa de las convenciones consolidadas efectuando cambios arbitrarios e incluso inversiones de los nombres. Si hace esto de manera interesada y conllevando perjuicios, la sociedad no confiará ya más en él y, por ese motivo, le expulsará de su seno. Por eso los hombres no huyen tanto de ser engañados como de ser perjudicados por engaños”. Nietzsche

Nietzsche se está preguntando por el origen de la verdad. Comienza afirmando la propuesta más importante del texto, el origen social de la verdad. Los hombres han firmado un “tratado de paz que conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese enigmático impulso hacia la verdad”. (líneas 1-2)

A continuación explica como ese pacto “fija lo que debe ser verdad”,(Línea 3) Los hombres han decidido lo que es verdad y lo que no lo es de forma obligatoria, por lo que el lenguaje se convierte en el poder legislativo, es el que decide lo que es verdad y lo que es mentira. (líneas 4-5). Y aquí comienza el contrasta verdad – mentira.

En la línea seis analiza la función del mentiroso, hacer aparece lo irreal como real, abusando del uso del lenguaje. Esto puede hacerlo por interés propio con lo que se granjeará la enemistad de la sociedad, que no quiere ser perjudicada por los engaños de nadie.

“Pero pensemos sobre todo en la formación de los conceptos. Toda palabra se convierte de manera inmediata en concepto en tanto que justamente no ha de servir para la experiencia singular y completamente individualizada a la que debe su origen, por ejemplo, como recuerdo, sino que debe ser apropiada al mismo tiempo para innumerables experiencias, por así decirlo, más o menos similares, esto es, jamás idénticas estrictamente hablando; así pues, ha de ser apropiada para casos claramente diferentes. Todo concepto se forma igualando lo no-igual. Del mismo modo que es cierto que una hoja nunca es totalmente igual a otra,, asimismo es cierto que el concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las notas distintivas, con lo cual se suscita entonces la representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado de las hojas que fuese la hoja, una especie de arquetipo primigenio a partir del cual todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como copia fiel del arquetipo”.

Analiza Nietzsche en este texto la formación de los conceptos. Un concepto es una palabra que no puede acceder a la experiencia singular e individualizada, no puede servir para conocer la realidad singular, que es la que existe y es plural y siempre diferente, por lo que iguala lo que no es igual, y hace de ello la realidad.

Pone luego el ejemplo de la hoja. Ninguna hoja es igual a otra, pero el concepto hoja se ha formado olvidando las “diferencias individuales, las notas distintivas” e igualando todas la hojas. Parece que lo que existe no son las hojas particulares, sino la hoja en sí, el concepto de hoja, y que de este concepto, como prototipo, hayan sido tejidas, diseñadas... las hojas singulares, pero por “manos tan torpes”, que no han sabido hacer una igual al modelo.

La existencia de las cosas como existencia independiente de mi es problemática, por consiguiente, abandonamos la tesis realista de los antiguos. Es, en cambio, indudable que yo pienso las cosas, que existe mi pensamiento y que, por tanto, la existencia de las cosas depende de mi, consiste en mi pensarlas; ésta es la posición firme de la tesis idealista. Por eso la aceptamos pero, para aceptarla, queremos entenderla bien y nos preguntamos: ¿ en que sentido y modo dependen de mi las cosas cuando las pienso, que son las cosas, ellas, cuando digo que son sólo pensamientos míos? El idealismo responde: las cosas dependen de mi, son pensamientos en el sentido de que son contenidos de mi conciencia, de mi pensar, estados de mi yo. Esta es la segunda parte de la tesis idealista y ésta es la que no aceptamos. Y no la aceptamos porque es un contrasentido: conste, pues, no porque no es verdad, sino por algo más elemental. Una frase para no ser verdad tiene que tener sentido: de su sentido inteligible decimos que no es verdad -porque entendemos que dos y dos son cinco decimos que no es verdad-“. Ortega

Ortega se pregunta por la existencia de las cosas, por la realidad, y encuentra dos posiciones a lo largo de la historia del pensamiento. Una afirman la existencia de las cosas” independiente de mi” (línea 1), y esa existencia es problemática, (línea 2). Si existe algo independiente de mi, si yo no lo conozco, es un problema para mí. Por lo tanto, la existencia del mundo, de los objetos, por sí mismos, es un problema. Esta es la posición de los filósofos anteriores al renacimiento, tesis llamada realismo.

La segunda posición afirma que las cosas consisten en pensamientos, que “yo pienso las cosas”,” que existe mi pensamiento”, que la existencia de las cosas depende de mí”, de mi pensarlas. Esta posición, es la tesis defendida por la corriente idealista, y, en principio, es aceptada por Ortega.

Ortega pregunta a los idealistas en “que sentido y modo dependen las cosas de mi pensamiento” (línea 7-8). La respuesta es que las cosas son “contenidos de mi conciencia, estados de mi yo”. Y Ortega no está de acuerdo con esta respuesta. Si no está de acuerdo no porque sea falsa sino porque no tiene sentido, “es un contrasentido” ( línea 12). Las afirmaciones para no ser verdad tiene en que tener sentido, y Ortega termina poniendo el ejemplo la última línea de una afirmación falsa, pero con sentido: dos y dos son cinco.